lunes, 6 de septiembre de 2010

Presentación de Estado Crónico. Antología de narradores morelenses nacidos en los ochente



Román y Julia
Alejandro Campos Oliver
Román y Julia viven en la calle Zapotecas en la colonia Ajusco de la Delegación Coyoacán. Motociclista el primero, profesional en la entrega de pizzas, andar en moto, sentir el galopeo del aire en la comisura de sus labios es de las cosas más placenteras para él.
Ella, vendedora de perfumes en Liverpool, alberga en su memoria la tonalidad de las más exóticas fragancias. Con sólo inhalar ocho segundos un perfume, puede descifrar su familia y las notas que predominan en su composición.
Julia detesta las pizzas y la incomodidad de las motos; Román aborrece hasta el más sutil perfume, incluso de la crema humectante o el champú,  los olores penetrantes le producen vértigo y por alguna extraña razón los mostradores con vidrios largos le dan espanto y lo hacen sudar como panadero enloquecido.
En una rutina casi religiosa, cada día, Román lleva a Julia en pesero a su trabajo. Antes de las ocho de la mañana ambos ya tienen un pie en la micro que deja a Julia en la entrada de Perisur.
Aquella mañana excepcionalmente nublada, un temblor sacudió la tierra. El operador frenó de súbito. El atole del policía se derramó en todo su uniforme.  La señora que cargaba con todo su changarro de tacos de canasta comenzó a rezar. El padre que llevaba a sus dos hijos a la escuela,  de pronto, dejó de regañarlos y sólo puso ojos de plato. En la esquina un poste colapsó.  Y antes de que la gente bajara, el joven de los inciensos, carraspeó, escupió un gargajo y espetó:
― ¡Ahora sí hijos de la chingada como no me quisieron comprar ningún incienso bola de culeros ojetes me los voy a chingar antes de que se los cargue este terremoto! ¡No se hagan pendejos y pasen a darme todo lo que traen!
 

No hay comentarios: